Evidentemente, la identidad de una persona dejó de ser únicamente una cuestión del mundo físico para extenderse al ciberespacio. Este fenómeno, conocido como identidad digital, es un concepto complejo y en constante evolución, producto del imparable desarrollo tecnológico actual. Como veremos, dicho tema trae consigo importantes desafíos para las legislaciones de todos los países y para los asesores legales.
¿Qué es la identidad digital?
En esencia, la identidad digital es la representación de una persona en el entorno online. Y esto abarca tanto sus datos personales como sus actividades y presencia tanto en la web como en las redes sociales. Más ampliamente, tal identidad se compone de diversos elementos: desde la información proporcionada por el usuario en el ecosistema digital y en Internet, hasta sus acciones, opiniones, fotos, videos, navegación, interacciones y la llamada huella digital. Además, incluye las publicaciones que otros realizan sobre la persona. Las áreas clave en la gestión y protección de la identidad digital son la privacidad y la seguridad, consideraciones fundamentales en el manejo de la información personal en el ámbito digital.
Al día de hoy, la identidad digital tiene una relevancia crítica en la vida cotidiana de las personas, siendo utilizada en una amplia variedad de ámbitos. Entre ellos, el acceso a servicios en línea y la verificación de identidad en transacciones financieras. Este uso generalizado subraya la importancia de comprender y gestionar adecuadamente su empleo.
Derecho a la identidad digital
Como consecuencia de lo anterior, surge otro concepto: el derecho a la identidad digital. Podemos definir este último como la protección de la información personal que circula en todo el ecosistema digital en el que está incluidos Internet y el Metaverso. En concreto, esta rama legal tiene el propósito de garantizar que las personas tengan control sobre cómo se utiliza y comparte su información. Especialmente, tiene el foco en la protección de su privacidad y la prevención del uso indebido de sus datos.
Muchos países ya cuentan con normativas y regulaciones específicas que establecen parámetros precisos para el uso de la información personal. Por ejemplo, la Ley General de Protección de Datos en España exige que las empresas obtengan el consentimiento expreso de las personas para el tratamiento de sus datos personales y que garanticen su seguridad. Esta pauta ya había sido expresada por el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (RGPD). Estas leyes permiten a los individuos conocer, actualizar y rectificar sus datos personales en poder de una compañía o entidad, brindando un marco legal para la protección de la identidad digital.
A pesar de la existencia de leyes y regulaciones, garantizar la protección de la identidad digital plantea numerosos desafíos en el cambiante entorno digital. Ciertamente, uno de los obstáculos más preocupantes es la falta de conciencia y conocimiento de la gente sobre este derecho. Son muchas las personas que ignoran las implicaciones en la privacidad y la protección de datos del uso de Internet, las redes sociales y el Metaverso. A menudo, los usuarios ni siquiera leen los términos y condiciones de los servicios digitales. Esto les impide comprender plenamente cómo se utiliza su información y la huella digital que dejan.
¿Es suficiente y efectiva la regulación sobre la identidad digital?
A decir verdad, uno de los mayores desafíos en la protección de la identidad digital es la efectividad de la regulación existente. En cierto modo, las leyes diseñadas para salvaguardar este derecho no son suficientes o no se implementan de manera apropiada. Esta deficiencia puede deberse a la falta de recursos necesarios para hacer cumplir tales normativas. Pero también puede tener origen en la falta de conocimiento y capacitación sobre cómo proteger la privacidad efectivamente. Más aún, en muchos casos, las empresas no cumplen con las regulaciones existentes sobre protección de datos personales. Ya sean por la naturaleza de sus modelos de negocio que dependen del uso de la información personal de los usuarios o por una falta de conciencia sobre la importancia de proteger la privacidad de los usuarios.
Abordar estos desafíos requiere incrementar la conciencia y el conocimiento sobre el derecho a la identidad digital. En este sentido, es indispensable educar a las personas sobre las implicaciones del uso de Internet y las redes sociales en términos de privacidad y protección de datos personales. Lo mismo aplica a la navegación en entornos virtuales y el Metaverso. En paralelo, es imprescindible fortalecer las regulaciones y garantizar su cumplimiento. Sabemos que esto no es fácil, porque requiere una mayor inversión en la digitalización y actualización de las instituciones responsables de asegurar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que respaldan este derecho tan fundamental en la actualidad.
El tema de la integridad
Como dijimos, existen vacíos en la protección y regulación de la identidad digital. Mismos que frecuentemente son explotados por individuos y organizaciones con intenciones maliciosas. Estas entidades buscan desprestigiar a personas o marcas mediante la difusión de información malintencionada en Internet y, particularmente, en las redes sociales. Los llamados «trolls» utilizan perfiles falsos para atacar y, en algunos casos, incluso suplantan la identidad digital del usuario objetivo. De esta forma, captan bajo engaño la atención del público y el contenido que publican se hace más creíble. Este tipo de ataques generan crisis de reputación, algo grave para las marcas afectadas, En otros casos, solo incomodan y golpean la reputación de sus víctimas.
Casos como este son ejemplo de la relevancia que ha adquirido la identidad digital en Internet. Esta puede llegar a ser tan o más influyente que la identidad real. ¡En otras palabras, es un valioso bien intangible personal y/o empresarial! Por ello, lo recomendable es diseñar y poner en práctica una estrategia digital con acciones básicas que garanticen un contexto de seguridad e integridad para la identidad digital.
Medidas para proteger la identidad digital
Existen varias medidas clave que deben formar parte de la estrategia para asegurar la integridad de la identidad digital:
- En primer lugar, es prioritario implementar y mantener prácticas básicas de seguridad y protección de datos en el ámbito digital. El propósito es prevenir el acceso no autorizado a información personal y evitar que los atacantes puedan hacerse pasar por ti o tu empresa en línea.
- Otra medida determinante es limitar la cantidad de información que se comparte en las redes sociales y en el Metaverso. Al respecto, mantener una huella digital lo más neutra posible puede prevenir problemas a la hora de realizar solicitudes importantes. De hecho, la información excesiva o sensible puede ser mal utilizada.
- Es indispensable monitorizar periódicamente lo que tú o tu empresa publican en línea. Esto incluye buscar tu propio nombre o marca en diferentes plataformas para detectar cualquier uso indebido, como publicaciones degradantes o conexiones con fines publicitarios sin tu consentimiento. Desde luego, la vigilancia constante permite responder rápidamente a cualquier crisis de reputación derivada de ataques o suplantaciones.
- Finalmente, seguir normas básicas de ciberseguridad en el trabajo y en lo personal es crítico para proteger la identidad digital. Esto incluye evitar el uso de redes públicas o Wi-Fi desprotegidas, utilizar contraseñas seguras y cambiarlas regularmente, y estar atento al origen desde donde se accede a servicios sensibles como la banca en línea o el email.
Consideraciones legales específicas
Aparte de los retos ya explicados, hay varias consideraciones legales específicas que las legislaciones y asesores legales deben considerar respecto a la identidad digital:
- Contratos en línea. En este aspecto, la validez y ejecución legal de los contratos celebrados en línea, como los acuerdos de términos y condiciones o contratos de servicios, pueden ser cuestionadas. Es pertinente que los asesores legales adviertan a sus clientes sobre la importancia de leer y comprender estos contratos antes de aceptarlos para evitar futuras disputas legales.
- Propiedad intelectual. Por supuesto, la creación y publicación de contenido en línea (blogs, imágenes o vídeos) es susceptible de enfrentar problemas de propiedad intelectual. En consecuencia, los asesores legales deben guiar a sus clientes sobre cómo proteger sus derechos de propiedad intelectual asegurándose de que su contenido no sea utilizado sin su autorización.
- Herencia digital. Por cierto, un tema controversial es la gestión de la identidad digital de una persona tras su fallecimiento. Los asesores pueden ayudar a sus clientes en la transferencia o cancelación programada de cuentas online y redes sociales de acuerdo con las leyes y regulaciones aplicables. Esto debe garantizar el respeto a los deseos del fallecido y la protección de sus datos personales.
- Delitos cibernéticos. En este ámbito, los asesores legales también deben estar preparados para asumir casos relacionados con delitos cibernéticos, tales como el robo y/o suplantación de identidad y el acoso en línea. Representar a clientes en casos penales relacionados con la identidad digital requiere un conocimiento profundo de las leyes pertinentes. También exige poner en práctica estrategias legales efectivas para proteger los derechos de las víctimas.
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